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Miriam Vera Español

Los grandes falsificadores de arte.


Algunas de las falsificaciones que veremos hoy fueron descritas en su día como genuinas e incluso fueron aclamadas por la crítica como una de las mejores obras del artista original.

 

En el antiguo post os hablábamos del lado oscuro del mercado del arte y os empezamos a comentar lo numerosos que fueron los personajes que, a lo largo de la historia, han intentado introducir falsificaciones en el mercado del arte, con mayor o menor suerte.


De entre todos ellos, hoy destacaremos a las figuras más importantes de la falsificación, cuyos nombres han conseguido formar parte ya del mundo de la Historia del Arte:

Tom Keating (1917-1984) fue un restaurador de arte y famoso falsificador el cual afirmó haber pintado más de 2.000 pinturas falsas de más de 100 artistas diferentes. Nació en Londres, en una familia humilde y tras la Segunda Guerra Mundial, comenzó a ganarse la vida restaurando cuadros. A pesar de llegar a exponer su propia obra, no logró entrar en el mercado del Arte.


Keating percibía el mercado del arte como un sistema dominado por críticos y comerciantes cuyo único interés era el de llenar sus propios bolsillos a expensas de los coleccionistas ingenuos y de los artistas pobres. De este modo, quiso engañar a los expertos creando falsos cuadros e intentando de este modo desestabilizar el sistema.


La técnica más utilizada por Keating era la pintura al óleo y su artista favorito era Rembrandt. Produjo obras al estilo de artistas como Palmer, Boucher, Degas, Fragonard, Modigliani, Renoir o van Dongen.


Este falsificador fue descubierto en 1970, después de que salieran a la luz varias de sus falsificaciones. Fue arrestado en 1977 y acusado de fraude. Murió con 66 años y a partir de ese momento sus pinturas se convirtieron en objetos de colección.


Han Van Meegeren (1889-1947) fue un pintor y retratista neerlandés, considerado uno de los falsificadores más ingeniosos de la historia del arte. Desde niño desarrolló un gran interés por los pintores de la Edad de Oro neerlandesa y más tarde quiso ser artista pero los críticos de arte acabaron con su carrera. Desde ese momento, intentó demostrar a estos críticos hasta donde llegaba su talento y falsificó pinturas de algunos de los artistas más famosos del mundo como Frans Hals o Johannes Vermeer.


Los expertos de la época consideraron las pinturas de Meegeren como genuinas, siendo Los discípulos de Emaús su falsificación de mayor éxito. Fue descrita por los críticos de arte como la mejor obra de Vermeer que habían visto.


En 1945 fue arrestado por colaborar con lo nazis, ya que se creía que Meegeren había vendido propiedad cultural neerlandesa a estos. Esta acusación implicaba pasar una larga temporada en prisión, por lo que confesó su verdadero crimen. Fue condenado por falsificación y fraude pero nunca llegó a entrar en prisión ya que sufrió un ataque cardíaco en 1947. Las estafas de Meegeren alcanzarían los varios millones de dólares.


Elmyr de Hory (1905-1976) fue otro de los grandes falsificadores de la historia del cual se dice que llegó a pintar más de 1.000 cuadros que fueron expuestos en museos de todo el mundo. Nació en Hungría y a lo largo de los años, utilizó varios nombres falsos. Pasó sus últimos años trabajando en la isla de Ibiza.


David Stein (1935-1999) fue un artista que se convirtió en falsificador y marchante de arte con más de 15 alias. Desde sus inicios copiaba pinturas al estilo de grandes maestros como Chagall, Matisse, Braque, Klee, Miró, Cocteau o Rouault. Conseguía atraer a los clientes principalmente por sus bajos precios.


En 1967, Marc Chagall notificó a las autoridades que en una galería de Nueva York se encontraban colgadas falsificaciones de sus obras, y Stein fue arrestado. Stein fue declarado culpable de seis cargos de falsificación y hurto mayor. Durante su estancia en prisión, el juez que lo detuvo le permitía seguir pintando obras en su oficina.


Tras cumplir su pena de prisión en los EE.UU, Stein fue deportado a Francia, dónde las autoridades penitenciarias le permitieron seguir pintando, pero ahora con su propia firma. Cuando por fin estuvo en libertad, continuó pintando obras con su propio nombre para tapar la realización de su verdadero trabajo. En 1989 se descubrió que Stein nunca dejó de falsificar obra.


Otra figura destacada es John Myatt (1945-), artista británico y falsificador hijo de un granjero. Desde joven asistió a una escuela de arte y descubrió su talento para imitar los estilos de otros artistas. Al principio solo pintaba por diversión y trabajó como compositor y profesor.


Cuando fue abandonado por su esposa, decidió dejar la enseñanza y trató de ganarse la vida pintando obras originales en el estilo de artistas conocidos. Al principio vendía sus obras de manera honesta, pero uno de sus clientes habituales, John Drewe, le contó a Myatt que había conseguido revender una de sus obras a Christie’s y a partir de entonces Myatt comenzó a falsificar obras a la manera de artistas de la talla de Chagall, Le Corbusier, Dubuffet o Matisse.


Shaun Greenhalgh (1961-) es un británico falsificador de arte que en un periodo de diecisiete años ha producido un gran número de falsificaciones ayudado por sus ancianos padres y su hermano. Sus falsificaciones se vendieron con éxito a nivel internacional, tanto en museos como en casas de subastas o compradores privados, alcanzando unos beneficios de casi un millón de libras.


El delito salió a la luz cuando intentaban vender tres relieves asirios. Shaun Greenhalgh fue condenado a prisión cuatro años y ocho meses en 2007. Algunas de sus falsificaciones más conocidas son la princesa Arnana y Risley Parque Lanx.

Wolfgang Beltracchi (1951-) hijo del artista Wilhem Fischer, pintó, durante más de 35 años, cuados al modo de artistas conocidos. Junto con su esposa, hizo pasar estas obras por originales en el mercado internacional de arte, cobrando grandes cantidades de dinero por cuadro. Wolfgang decía que la procedencia de estas piezas eran varias colecciones familiares. Las falsificaciones permanecieron décadas sin ser descubiertas y fueron vendidas en importantes casas de subastas y galerías de todo el mundo. En Octubre de 2011 Betracchi fue condenado a 6 años de prisión, su esposa a 4.


Otro caso es el de Francisco Pallás y Puig (1859-1926). Fue un restaurador de arte catalán que estudió dibujo y modelado en la Academia de Bellas artes de San Carlos de Valencia y más tarde estuvo trabajando en diferentes zonas de España. Comenzó tallando en madera y finalmente llegó a trabajar en marfil todo tipo de estilos. Hoy en día se duda de la autenticidad de muchas piezas restauradas por Pallás, ejemplo de ello es Adolph Goldschmidt, quien atribuye a Pallás una serie de marfiles realizados en los estilos románico y gótico.


Por otro lado, un destacado grupo de falsificadores fue el formado por Oswaldo Aulestia Bach, Elio Bonfiglioli, Patrizia Soliani, James Kennedy y Michael Zabrin, los cuales consiguieron vender por Ebay burdas copias de Picasso, Chagall, Miró o Dalí a cientos de personas. Las obras se vendieron entre 1999 y 2007 y generaron unas ganancias de cinco millones de dólares.


Pero no todos los falsificadores de arte son conscientes de que están realizando una obra fraudulenta. Ese es el caso por ejemplo de María Apelo Cruz, que fue engañada por Tatiana Khan, propietaria de la galería Chateau Allegre. Khan le dijo a Apelo que habían robado un cuadro de Picasso: La Femme Au Chapeau Bleu, y que necesitaba una copia para atrapar al ladrón. Ambas mujeres habían trabajado anteriormente juntas, así que María no puso en duda la historia y realizó una copia a partir de una fotografía por la que cobró 1000 dólares. Más tarde, la obra fue vendida por dos millones.


Destaca también la figura de Eric Hebborn, cuyas destacadas habilidades con el dibujo fueron menospreciadas por el mercado del arte a mediados del siglo XX. Hebborn se convirtió en un crítico de la modernidad y sintió un gran desprecio por los marchantes y expertos en arte. Comenzó a falsificar obras de época barroca y renacentista. Se dio cuenta de lo fácil que era engañar a los expertos y su desprecio por ellos aumentó. Nunca vendió sus obras a coleccionistas aficionados, sino que se limitó a venderlas a los expertos más destacados.


Como puede apreciarse, las figuras de los falsificadores son muchas y muy variadas, como también son muy numerosos los museos y galerías que han sido victimas de estos. Esto ha llevado a importantes museos como la National Gallery de Londres, a realizar exposiciones sobre falsificaciones y errores de atribución descubiertos en los últimos tiempos gracias a los nuevos adelantos tecnológicos. Destaca también el Museo de las Falsificaciones de Viena, dónde todas las obras colgadas en sus paredes carecen de autenticidad. Y es que, según los expertos, se estima que entre el 10 y el 15% de las obras expuestas en pinacotecas de todo el mundo podrían ser falsificaciones.


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